
A un hombre nacido
en tierra extremeña
no puedes pedirle
que acepte o comprenda
que la su Patrona,
esa Virgen bella,
tan dulce y chiquita
y guadalupeña,
sea Virgen prestada
por Sede manchega,
para que nosotros
vayamos a verla
e incluso a rogarle
y hasta a hacer ofrendas,
pero ahí se terminan
sus condescendencias,
pues los extremeños
de pura nacencia
somos como extraños,
gente forastera
que vamos de paso
y que representa
para los manchegos
que aquello regentan,
no sólo un estorbo,
sino hasta molestia.
Es incomprensible
que la Madre Iglesia,
que es madre de todos
según se nos cuenta,
permita ese absurdo,
esta incongruencia
de que Guadalupe,
lo que en él se encierra,
nuestra Virgen pura,
querida y excelsa,
se nos niegue a quienes
somos de estas tierras,
que aunque colindantes
-por hallarse cerca-
de las toledanas,
han sido extremeñas
de toda la vida,
quieran o no quieran,
y que forman parte,
una parte inmensa,
de esta Autonomía,
que ahora nos gobierna.
Somos extremeños
y pedimos cuentas:
Que se nos explique,
esta incongruencia
de ir a Guadalupe
pidiendo licencia
al Ilmo. Arzobispo
con sede manchega,
que mejor haría
en cuidar su Iglesia
y no entrometerse
en la que es muy nuestra.
¡Viva Extremadura!
Esta tierra nuestra,
a la que queremos,
no tan sólo libre,
sino que exigimos
nos la den entera,
sin intromisiones
de Sedes manchegas.
José María Hercilla Trilla
Salamanca, 4 Mayo 2010